lunes, 21 de mayo de 2007

La palabra de Vida


"Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida"

Pocas personas tuvieron el privilegio de convivir con el Señor mientras estuvo en esta tierra. Juan fue uno de esos pocos que conocieron al Señor en los días de su carne, y esta experiencia lo impactó profundemente. Juan fue testigo de su ministerio, de su obra, de su testimonio, de su muerte, de su resurrección. Juan declara que él vió con sus propios ojos y que no miente cuando escribe acerca de Jesús.

Que bendición tan grande experimentó Juan viviendo cerca del Autor de la vida, del Verbo hecho carne.

A Juan nadie le contó acerca de lo que Jesús hizo, Juan lo vió, tuvo la dicha de contemplar sus obras y de recostarse en su costado. Juan conoció bien a Jesús, no solo físicamente, sino también como Salvador.

La experiencia que tiene cada creyente que conoce a Jesús como Salvador es maravillosa. El corazón del hombre gozando la presencia de Dios en su interior. Los que hemos creído en Jesús le vemos a través de los ojos de la fe, le contemplamos a través de su Palabra con la ayuda de su Espíritu, hemos palpado su gracia, su salvación nos ha inundado, nadie nos ha contado que se siente, lo hemos vivido.

Que bendición tan grande vive cada persona que conoce a Jesús como Dios y Salvador.

Sin embargo, es hermoso pensar que también en un futuro tendremos la dicha inmensa de ver cara cara a Aquel que nos salvó, a Aquel que dió su vida por nosotros. Le contemplaremos por la eternidad, besaremos sus pies, tocaremos sus manos de amor.

Testifiquemos acerca de aquel que ha cambiado nuestras vidas, del Verbo de Dios, Jesucristo.

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